Horror
21 to 35 years old
2000 to 5000 words
Spanish
Story Content
El polvo se arremolinaba en la calle, una danza macabra impulsada por el viento helado de un invierno sin promesas. Era un día cualquiera, de un año cualquiera, pero la normalidad se había desvanecido hacía mucho, engullida por una plaga que transformaba a los vivos en horrores hambrientos.
Hay una falsa tranquilidad ahí fuera, como la calma que precede a la tormenta. El silencio es casi absoluto, roto solo por el ocasional gemido gutural que emana de alguna esquina sombría.
Ni coches en la calle, ni niños en los parques. Solo desolación. El mundo que conocía se había reducido a escombros y recuerdos.
Escribo estas líneas desde mi refugio, un búnker improvisado en el sótano de una vieja panadería. Las paredes gruesas amortiguan, pero no silencian del todo, el arrastrar de pies que persiste allá afuera. Algo me dice que ya nada será igual que antes.
Ellos están en todas partes. Agazapados en la oscuridad, moviéndose con una lentitud espeluznante pero implacable. Cada paso es una apuesta, cada sombra, una amenaza.
Si me descuido podrían devorarme. Es una idea constante, un pensamiento obsesivo que martillea mi mente a cada instante.
Y saciar su hambre no entra en mis planes pendientes. Tengo otros planes, aunque cada vez me resultan más difusos. La supervivencia, supongo. Seguir respirando, un día más.
Cada mañana es una victoria efímera. Es otro amanecer en esta tierra de muertos vivientes. El sol se alza sobre un paisaje devastado, pintando de rojo sangre los edificios derruidos.
Vivo en las afueras de la ciudad, donde el hormigón se desvanece en campos resecos. La soledad aquí es más palpable, casi física.
Escondido luchando por mi vida. Cada día es una batalla, una coreografía de evasión y desesperación. Cada respiración una burla al destino.
A veces me pregunto si no quede nadie vivo en la humanidad. La idea me paraliza, me hunde en una desesperanza abismal.
Pero luego, me levanto. Me aferro a la mera posibilidad, por remota que sea. Y esos Zombies buscan como locos su comida. Y yo no pienso serla.
He conseguido armas en una tienda de caza. Una escopeta de doble cañón, un rifle con mira telescópica, un hacha afilada. Herramientas de supervivencia en este nuevo mundo.
Por si una visita inesperada viene a casa. Lo inevitable, lo sé. Pero al menos estaré preparado.
Tengo municiones, tomo precauciones. Planifico cada movimiento, analizo cada ruta, evalúo cada riesgo.
Cada vez que salgo en busca de provisiones, mi corazón se acelera, mis sentidos se agudizan. El peligro acecha en cada esquina.
El caos se percibe, como un aura maligna que impregna el aire. El abandono es la única ley.
La lucha no termina. Es una guerra constante, una maratón sin línea de meta visible.
La muerte me persigue cuando cruzo cada esquina. Su aliento frío roza mi nuca, tentándome con el olvido.
Un virus mortal, si te muerden, date por perdido. Esa es la regla más importante, el mandamiento grabado a fuego en mi mente. Ningún error permitido.
Vivo en la desolación y todavía no he entendido… ¿por qué?
Que fue lo que pasó, que nos querían ocultar? Las preguntas me asaltan en la soledad de la noche, buscando respuestas en un vacío impenetrable.
Las noticias nos mentían, no decían la verdad. La propaganda oficial, las teorías conspirativas, el negacionismo rampante…todo se había unido para llevarnos al abismo.
Y ahora la muerte camina, esta por todas partes. Ya no se esconde entre las sombras, se muestra sin pudor, reclamando su botín.
El mundo nunca será como antes. Esa es la certeza más amarga, la aceptación del fin de una era.
La vida ya no es igual. Ahora es un constante ejercicio de resistencia, una danza con la fatalidad.
La muerte ya no es igual. Ha perdido su solemnidad, su trascendencia. Es una simple conversión, un paso más hacia la putrefacción.
Es una manera más, ellos me quieren cazar. Pero yo sigo corriendo.
Yo solo y nadie más, en la humanidad… o al menos eso creo.
Conmigo no podrás… No sin pelear.
Ten cuidado, los ojos bien abiertos. Porque en este amanecer de los muertos, la supervivencia es una cuestión de atención constante.
Tengo que ser fuerte, aunque a veces flaquee.
La realidad es obvia: estamos solos, indefensos y rodeados.
La electricidad hace tiempo que es historia. La noche es más oscura, los peligros más reales.
Hay que salir de día, cada esquina, cada portal, puede ser mortal. El sol es mi aliado, mi escudo contra las tinieblas.
Ellos no tiene memoria. Se mueven por instinto, guiados por un hambre voraz.
Solo quieren comer, y al parecer yo soy su plato. Pero no lo tendrán fácil.
Si me muerden, me suicido, ese es el trato. Antes muerto que convertido en uno de ellos.
No les saldrá barato luchar con mi inteligencia. Usaré cada recurso, cada estrategia para mantenerme un paso por delante.
Me mantiene vivo mi instinto de supervivencia. Es lo único que me queda, la llama que arde en la oscuridad.
Toda la gente que yo conocía murió. Mi familia, mis amigos, mis compañeros… todos desaparecidos, engullidos por la plaga.
Todo lo que hice en vida desapareció. Mis logros, mis sueños, mis pasiones… borrados de un plumazo.
No hay gobierno ni leyes donde ahora vives. Solo anarquía y caos.
Es un infierno, y si eres listo, sobrevives. La inteligencia y la astucia son mis mejores armas.
Al eterno sin vivir de esta tierra de no muertos, la rutina se ha vuelto opresiva, monótona.
Ya casi no se reír, me deprimo por momentos. La melancolía me acecha, intentando hundirme en la desesperación.
Esperando que aparezca alguien, algún ser humano…una señal de esperanza en este mar de desesperanza.
Pero cada día veo ese objetivo más lejano. La fe se desvanece, consumida por la desolación.
Y vuelvo al exterior en busca de alimento. Porque la vida sigue, por muy difícil que sea.
No seré su presa, por sorpresa, los reviento. La iniciativa es clave, el ataque, la mejor defensa.
Soy leyenda como Will, casi vivo en Silent Hill. Un espectro en un mundo desolado.
Yo camino por la Street con el corazón a mil. Cada paso una bomba de tiempo.
Sabiendo que cualquier día puede acabar todo. Esa es la realidad con la que convivo a diario.
No tengo nada que perder, de cualquier modo. Esa es mi mayor fortaleza.
Esta anocheciendo y vuelvo a mi refugio a salvo. Un día más… una victoria agridulce.
Una vez más estoy vivo, de milagro. Pero ¿por cuánto tiempo?
Hoy es un día cualquiera, de un año cualquiera, pero presiento que será el último. He escuchado ruidos inusuales cerca del refugio. Demasiados. Es probable que me hayan encontrado.
Quisiera escribir mi despedida. Dejar constancia de mi paso por este mundo, ahora extinto.
Llevo mucho tiempo escribiendo este diario. El papel y la tinta son mis compañeros más fieles, testigos de mi soledad y mi lucha.
Ya no me queda esperanza alguna, al contrario. La resignación me invade. El cansancio es abrumador.
De madrugada han entrado a mi refugio y me han mordido. No he podido evitarlo. Fueron demasiado rápidos, demasiados.
Es cuestión de tiempo, así que me despido. El final está cerca.
No sé si quedara alguien vivo. Espero que sí… Que la humanidad no se haya extinguido por completo.
Pero espero que algún día lean lo que escribo… Y que mi historia sirva de advertencia… o al menos de consuelo.
Decido poner fin a mi existencia antes de convertirme en uno de ellos. El hacha está a mi lado. El silencio, absoluto, me recibe en la oscuridad.